"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

viernes, junio 27, 2008

Oasis de ciudad

En esta ciudad la Naturaleza tiene otro ritmo
otro comportamiento
que nos regala cualquier mañana de jueves
en Isabel la Católica y Rep. de Salvador

vayan a ver las magnolias florear
aprovechen su cercanía
están ahí, a la altura de la nariz
Las contemplé y las olí como diez minutos
nunca las había tenido tan cercanas, ellas en vida y yo en la mía
casi no acostumbran florear a la altura de los mortales
son altivas altivas altivas

corran a buscarlas
son bálsamos para los virus del alma

martes, junio 24, 2008

Llamaradas de petate

Me invitan a cocinar a Libia, me pintan un panorama encantador, un sueldo nada despreciable y una cómoda vivienda bien ubicada. ¿Una cocinera mexicana cocinando un molito al hijo de Kadafi? ¿Dejar mi vida en México, por un país del Islam? ¿Con qué elotes les voy a hacer mi maravilloso mole de huitlacoche?, nahhh qué. Ahí te hablan manito, ¿qué si tú te animas?

Y ahí fue el manito a la aventura, que en este caso no fue uno sino dos manitos, porque quieren dos cocineros. Ni modo Carmen, tú te lo pierdes, por allá te queda más cerca ese lugar que tanto sueñas: Estambul. Nosotros si nos vamos a Libia.

Dos días de cocineros y a los manitos luego luego que los reprenden, que su disque comida mexicana no le gustó a nadie. Es que no hay los ingredientes necesarios, permítanos hablar con el chef en jefe. Desde que llegaron se les hizo el escurridizo y por fin lo conocieron. Bueno, les conseguiré algunos aguacates para que al menos preparen un guacamole, algunos chiles egipcios y a ver si saben hacer tortillas, aunque sea con harina de trigo.

Los manitos no duraron ni una semana cocinando por allá, vuelta de regreso via Frankfurt a su changarro de banquetes a domicilio. Ahora quieren unos cocineros filipinos que les pagarán la mitad del sueldo de un mexicano.

¿De cuántos caprichos de los hijos de algún jefe de Estado ni nos enteramos?



sábado, junio 21, 2008

Razones para celebrar este solsticio de verano

1. Hay veces que me canso de mi cara de todos los días, de verme al espejo y encontrar siempre a ésa de ahí, y hay veces que ésa de ahí se encuentra en calidad de piltrafa. Es en estos momentos cuando se me antoja, (así lo requería la ocasión) buscar una máscara de sol, ponérmela, llenarme de energía por todos mis rincones y tratar de transmitirla. Estoy sumamente fatigada, han sido dos semanas de cocinar intensamente y tener fiestas en casa, celebrando a los graduados: Gonzalo y Amanda, el primero una maestría, y la segunda una licenciatura. Ella por fin acabó el: Estudio de las poblaciones microbianas de interés biotecnológico aisladas de queso Cotija, puuff, si el título es largo, la tesis estuvo más. Ellos celebrando y yo cocinando, haciendo espacio entre esto para darle los últimos detalles a mi libro artesanal.

2 Uno de los platillos que más disfruté en mi mesa estos días fue una receta que había conservado desde hace dos años. La tenía frente de mí todos los días colgada del pizarrón de mi cocina, tanto tiempo estuvo ahí que ya estaba toda cochambrosa y pringada. Yo miraba de vez en cuando los ingredientes ahí escritos y no me decidía a prepararla. Llevaba poros, echalots, y entonces pensaba: chin, no tengo echalots, voy a comprar unos en la subasta de la Central de Abasto, ahí los venden menos caros. Cuando compraba los echalots en la Central, me daba cuenta que también me hacía falta oporto y entonces los echalots se hacían viejos o los ocupaba para otra cosa y una vez más no hacía la receta. Otra ocasión veía los oportos en la Naval, suspiraba como quinceañera por aquel Quinta do Carvalios, yo quería ese y no otro. Finalmente no lo compré, la receta también pedía queso roquefort, ese sí lo compré, esto fue casi un año y lo mantuve hasta el jueves en la sección de los quesos muertos de mi refrigerador. (Qué bueno que no lee el blog la química en alimentos recién graduada, Gooooya…).

Entonces yo, todavía ignorante de que me iba a deleitar esta semana con esa receta, sucedió que haciendo las compras en el re-condenado supermercado (odio los supermercados y más los Superamas y más el de la Condechi de Pachuca, donde van hartos viejos rabos verdes a ligar. No puedo estar tranquila escogiendo berenjenas sin que se acerque un idiota a preguntarme cómo las preparo y a ver que saca) me encontré con unas hermosas hojas de salvia de cultivo hidropónico. Ahora sí me animé y aunque no tenían mi oporto favorito, compré el Ferreira y me decidí por fin a probar esa receta, que de tan vieja ya ni sabía de dónde la saqué. Para acompañar la tapas que hice ese día también preparé un pan de jitomate y zatar, la casa se llenó de las dádivas del aroma de la levadura pero reventó al máximo cuando hice otro pan: uno de pistaches y azafrán. Si se habla de nobleza, este pan lo es, va bien con todas las tapas que preparé, mmh. Piqué las manzanas, ¿no dije que llevaba manzanas?, pues sí, las pique junto con los poros, echalots, salvia, eneldo y oporto, se hizo una salsa y se come con el roquefort, que estaba buenísimo sobre el pan de jitomate. No me digan que no entendieron la receta.


Acérquense al fuego en estos días, los días son mágicos, aunque sea al fuego del horno de su estufa, canten, horneen un pan y disfruten de las noches largas. Son las 8.40 p.m. en estos momentos que escribo y todavía hay sol crepuscular.

sábado, junio 14, 2008

Ya llegó, ya está aquí

Ayer caminé largo rato bajo la lluvia, tenía mucho tiempo de no hacerlo. Y se ve que mucha gente lo evita, porque iba sola por las calles de la colonia Roma. Era la única loca que se atrevía a andar bajo la tormenta. Estaba contenta, complacida y algo nostálgica, porque hubo muchas cosas que no le dije esa noche a Nicole, algo más para ser en verdad honesta. Qué siempre me han maravillado las imprentas y todo lo que de ellas emana: tipografías, encuadernación, libros, papel, grabados, y sobre todo tener en mis manos el fruto de este trabajo. Nicole, nos has dado una gran herramienta política a tus alumnas. El hecho de haber escrito el recetario, hacerlo en todo el sentido de la palabra, significó aprender muchas cosas nuevas. Por supuesto aprender de los errores, que no debí haberlo hecho tan extenso. Bien recuerdo sus palabras: que lo textos no sean largos, ni sean muchos. Excesiva que soy, lo sé, si hasta dibujos le puse. También debí haberme limitado sólo al fondo y no a la forma. Sin embargo llegó Celeste, para ser mi cómplice a distancia y apoyarme en la ignorancia del diseño de la portada. Te juro que ya aprendí, guerita. Ahí estuvo Enrique Escalona para jugar con los títulos y escoger el bueno, y mis cuates del taller que con sus puyas y risas contribuyeron otro tanto. Y las hijas, que se vuelven implacables con los detalles que omito. Gracias a todos por apoyarme, en esta hermosa locura de autopublicarse.

Ajustamos el ingrediente, o lo que es lo mismo, somos unos depredadores

Ése que busco está ahí, un cazón, quieto, atrás de un vidrio, sobre una cama de hielo, tiene esa mirada que a veces me lanza cierta gente en el metro. Hay varios de otra clase, pero yo sólo quiero a ese gris plomizo en especial. Cómo será mi piel junto a tu piel, /cómo será mi piel junto a tu piel, /cardo o ceniza, cómo será. Dicen, los que no saben, que son tiburones pequeños, claro que no, sin embargo los tiburones se están extinguiendo, ha sido más el miedo provocado por Hollywood que la realidad en el hecho de atacar humanos. Eso sí, la aleta de tiburón es de-li-cio-sa. /Si he de fundir mi espacio junto al tuyo,/ cómo será tu cuerpo al recorrerme, /y cómo mi corazón si estoy de muerte/ mi corazón si estoy de muerte. Todavía recuerdo en Mazatlán cuando me preguntaron en un puesto callejero: “¿Su caguamanta la quiere con aleta?” Claro, cualquier cosa rara que no haya probado quiero. Ahora es caguamanta, se prohibió cazar caguamas y sólo quedan las mantarrayas para sustituirlas. Sigue siendo igual de sabroso el platillo y se añadía el plus de la aleta de tiburón. Pero, ¿atrapar tiburones con el único fin de quitarles la aleta?, y nos quejamos de los chinos con su sopa de aleta de tiburón. ¿Qué otra especie sustituirá esa otra que ya exterminamos? /Se quebrará mi voz cuando se apague, /de no poderte hablar en el oído, /y quemará mi boca salivada, /de la sed que me queme si me besas /de la sed que me queme si me besas.

Pero, lo que yo vine a buscar es cazón, no tiburones. /Cómo será el gemido, /y cómo el grito, /al escapar mi vida entre la tuya, /y cómo el letargo al que me entregue, /cuando adormezca el sueño entre tus sueños. “¿Le quito la piel?” No, lo quiero en trozos y con su piel de lija, la retiraré y sentiré esa textura de barba sin afeitar. “¿Y, cuando me da la receta del pan de cazón?” Ya le dije que no es pan de cazón lo que yo hago, son panuchos, panuchos campechanos. ¿Por qué todos se confunden con el procedimiento y la geografía gastronómica? /Han de ser breves mis siestas, /mis esteros despiertan con tus ríos. Llevo el cazón a mi casa, lo veo tan grande, tan parecido a él y no puedo evitar pensar: parece un tiburón.
/Pero…Pero..../Pero…/Pero cómo serán mis despertares, /Pero cómo serán mis despertares, /Cada vez que despierte avergonzada…/cada vez que despierte avergonzada… /Tanto amor, /y avergonzada…tanto amor, /y avergonzada.

Cardo o Ceniza, de Chabuca Granda


lunes, junio 02, 2008

No le tengas miedo al chile aunque lo veas colorado

Hay temporadas en que sólo tengo ganas de tirarme en un rincón y permancer ahí por días, sin pensar en nada, dejando que mis pensamientos encabritados se aplaquen, se apaciguen un rato y no me atormenten.

Sin embargo el tiempo se me vino encima y estoy como enajenada escribiendo recetas, haciendo las recetas, escribiendo los textos que anteceden a las recetas y tragandome el producto de las recetas. Ufff, de verdad que sufro. Y todavía falta lo mero bueno, el libro.

Traigo un extañamiento por el mundo metido entre pecho y espalda bien meco. Hace ya 15 días fui con mi amiga Martha en viaje exprés a San Miguel Allende, Guanajuato, de ida y vuelta el mismo día. Estando allá encontré una tienda muy mona con un montón de esencias, jabones, lociones, cremas, varios productos homeopáticos y vi que también tenían Flores de Bach, revisé las botellitas y no pude dejar de extrañar a mi terapeuta que me las recetaba. Ah, ¿qué me daría Amaya en estos momentos en que no me hallo? Oh, (suspiro) ahora ella está de regreso en el país vasco, ¡qué lejos está la gente cuando más la necesitas! Y sin que nadie me atendiera ni me dijera nada me acerqué a las fórmulas, las estuve viendo y pensando en el efecto de estos dos frascos:
Ni crean, no me llevé esos. Ahi los dejé, aunque sé de varios que necesitan el segundo.


Ésta fue la que me traje. Mmh... sí, ya sé que está chafa la foto, ni modo, pero ahí está de prueba. Pues desde que me estoy tomando esas gotitas, estoy más loca, más chillona, mis actitudes no son de este mundo y mis sueños son extraños, espero que den fruto para escribir muchos cuentos, si no los demando. Pero lo que más se ha incrementado en mí desde entonces, han sido unos deseos desesperados por comer chile en todas las presentaciones. Hasta en el postre, ¡qué caray!


Estos chilitos los tengo en el refrigerador, son aquellos que hice de esa historia, después de meses de estar ahi olvidados por fin están buenisimos, los rellené de un picadillo de carnero.

Estos son como los que hice cuando vinieron Aida y Raúl. Verdaderamente son unos chiles bien obscenos. Los rellené de chicharrón prensado, guisado con chile guajillo, que se sazonó lentamente, dejándome impregnada por ese olor ¡mmh! Acompañados de dos salsas, (a esas no les tomé foto) de frijol con hoja santa y de salsa de huitlacoche.



Ah sí, estos son en chiles en nogada y no estamos en agosto. Una mujer de Mineral del Chico me enseño como preservar la granada, durante un año. Y aquí los tengo. La nuez, esa sí no es de castilla, es de la pecanera común.



Estos fueron de postre, son chiles anchos en almibar, rellenos de frutas y con jalea de flor de jamaica.

Esas son las nuevas creaciones, gracias a esas gotitas. Mi cerebro se está calentando demasiado con los rigores de los chiles, a lo mejor después me viene otra etapa más obsesiva. A ver que nuevos sabores se me antojan para dentro de ocho días.