"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

domingo, marzo 29, 2009

Los locos somos otros

Extraño a los locos que hablaban solos en la calle. Eran desconcertantes y tiernos, mostraban la decadencia de la ciudad y del ser humano. Pasar junto a ellos me provocaba un poco de sobresalto y miedo al futuro, siempre pensaba: ¡Qué gacho, no vaya a ser que yo termine así algún día!. Sin embargo en estos tiempos de modernidad, de ipods, de celulares y cantidad de artefactos que uno trae instalados y enchufados al cuerpo, los locos se confunden más que nunca. Ahora cuando veo que alguien en medio de la calle está gritando y manoteando solo lo único que me provoca es una risa nostálgica cuando descubro que trae un cable colgando.

Entonces resulta que los locos somos otros, los que reímos solos en las calles de esta ciudad sin ningún motivo, los que comemos flores de mastuerzo en nuestras ensaladas, los que horneamos pan en las noches de insomnio, los que amamos y no nos vamos de esta ciudad, los que no sabemos quien delimita la locura y la lucidez.

¿Quién es el loco? ¿Quién es el otro que juzga la lucidez? ¿Quién puede sorprender a los demás siendo uno mismo? O lo mejor es no ser el mismo…
¿Tenemos que ser el otro?, o mejor somos esa otredad que no somos.




viernes, marzo 20, 2009

El reino vegetal es un país lejano

Entre todas las flores, señoras y señores,
es el lirio morado la que más me alucina.
Andando una mañana solo por Palestina,
algo de mi conciencia con morados colores
tomó forma de flor y careció de espinas.

El aire con un pétalo tocaba las colinas
que inaugura la piedra de los alrededores.

Ser flor es ser un poco de colores con brisa.
Sueño de cada flor la mañana revisa
con los dedos mojados y los pómulos duros
de ponerse en la cara la humedad de los muros.
El reino vegetal es un país lejano
aun cuando nosotros creámoslo a la mano.
Difícil es llegar a esbeltas latitudes;
mejor que doña Brújula, los jóvenes laúdes.
Las palabras con ritmo —camino del poema—
se adhieren a la intacta sospecha de una yema.
Algo en mi sangre viaja con voz de clorofila.
Cuando a un árbol le doy la rama de mi mano
siento la conexión y lo que se destila
en el alma cuando alguien está junto a un hermano.
Hace poco, en Tabasco, la gran ceiba de Atasta
me entregó cinco rumbos de su existencia. Izó
las más altas banderas que en su memoria vasta
el viento de los siglos inútilmente ajó.


Estar árbol a veces, es quedarse mirando
(sin dejar de crecer) el agua humanidad
y llenarse de pájaros para poder, cantando,
reflejar en las ondas quietud y soledad.
Ser flor es ser un poco de colores con brisa;
la vida de una flor cabe en una sonrisa.
Las orquídeas penumbras mueren de una mirada
mal puesta de los hombres que no saben ver nada.
En los nidos de orquídeas la noche pone un huevo
y al otro día nace color de color nuevo.
La orquídea es una flor de origen submarino.
Una vez a unos hongos, allá por Tepoztlán,
los hallé recordando la historia y el destino
de esas flores que anidan tan distantes del mar.



Cuando el nopal florece hay un ligero aumento
de luz. Por fuerza hidráulica el nopal multiplica
su imagen. Y entre espinas con que se da tormento,
momento colibrí a la flor califica.
El pueblo mexicano tiene dos obsesiones:
el gusto por la muerte y el amor a las flores.
Antes de que nosotros "habláramos castilla"
hubo un día del mes consagrado a la muerte;
había extraña guerra que llamaron florida
y en sangre los altares chorreaban buena suerte.

También el calendario registra un día flor.
Día Xóchitl, Xochipilli se desnudó al amor
de las flores. Sus piernas, sus hombros, sus rodillas
tienen flores. Sus dedos en hueco, tienen flores
frescas a cada hora. En su máscara brilla
la sonrisa profunda de todos los amores.

(Por las calles aún vemos cargadas de alcatraces
a esas jóvenes indias en que Diego Rivera
halló a través de siglos los eternos enlaces
de un pueblo en pie que siembra la misma
primavera.)


A sangre y flor el pueblo mexicano ha vivido.
Vive de sangre y flor su recuerdo y su olvido.
(Cuando estas cosas digo mi corazón se ahonda
en mi lecho de piedra de agua clara y redonda.)


Si está herido de rosas un jardín, los gorriones
le romperán con vidrio sonoros corazones
de gorriones de vidrio, y el rosal más herido
deshojará una rosa allá por los rincones,
donde los nomeolvides en silencio han sufrido.

Nada nos hiere tanto como hallar una flor
sepultada en las páginas de un libro. La lectura
calla; y en nuestros ojos, lo triste del amor
humedece la flor de una antigua ternura.

(Como ustedes han visto, señoras y señores,
hay tristeza también en esto de las flores)

Claro que en el clarísimo jardín de abril y mayo
todo se ve de frente y nada de soslayo.
Es uno tan jardín entonces que la tierra
mueve gozosamente la negrura que encierra,
y el alma vegetal que hay en la vida humana
crea el cielo y las nubes que inventan la mañana.

Estos mayos y abriles se alargan hasta octubre.
Todo el Valle de México de colores se cubre
y hay en su poesía de otoñal primavera
un largo sentimiento de esperanza que espera.
Siempre por esos días salgo al campo. (Yo siempre
salgo al campo). La lluvia y el hombre como siempre
hacen temblar el campo. Ese último jardín,
en el valle de octubre, tiene un profundo fin.

Yo quisiera decirle otra frase a la orquídea;
esa frase sería una frase lapídea;
mas tengo ya las manos tan silvestres que en vano
saldrían las palabras perfectas de mi mano.


Que la última flor de esta prosa con flores
séala un pensamiento. (De pensar lo que siento
al sentir lo que piensan las flores, los colores
de la cara poética los desvanece el viento
que oculta en jacarandas las palabras mejores.)

Quiero que nadie sepa que estoy enamorado.
De esto entienden y escuchan solamente las flores.
A decir me acompañe cualquier lirio morado:
señoras y señores, aquí hemos terminado.


Discurso por las flores
Carlos Pellicer Cámara

Todas las fotos de flores y plantas, orgullosamente son mis macetas que cultivo en casa. Feliz y saludable equinoccio de primavera

lunes, marzo 16, 2009

Tengo tache en tapioca, ts, ts, ts.

Vivimos en un mundo generoso a pesar de todas las cosas, que a veces lo sientan hostil y falto de ternura es porque no tienen amigos cocineros. Hagan la prueba y se convencerán.

Tengo una amiga, Lourdes Hernández, que aunque ya no vive en México cuando viene hace que el lugar en donde nos reúne se vuelva como un vientre de ballena en donde se encuentren personas, oficios, vicios e intereses comunes.

Eso me pasó hace unos días que vino a México. La visité en el lugar donde estaba viviendo y después de presentarme al chef que había invitado para que conociera las cocinas de México, comenzaron a ensalivarme el paladar al platicarme el menú de la cena que prepararía al día siguiente.

Entre otras muchas cosas el chef me dijo que haría tapioca con camarones, yo le dije que ese era uno de los postres que más recordaba de mi niñez. Pero me di cuenta que hablábamos de cosas muy distintas. Tengo que aclarar que es un chef muy reconocido en Sao Paulo, Brasil y que maneja un restaurante especializado en cocina del nordeste brasileño.

La tapioca de la que me hablaba era una tortilla blanca de almidón hecha con harina de mandioca, no era como la tapioca que así le llamamos aquí hecha con perlitas blancas y que comúnmente se cuecen con leche y azúcar.

Entonces fue cuando me acordé de los mejores desayunos brasileños que me han preparado en mi vida. Me acordé de Zú en Salvador, Bahia, que nos hacía siempre algún platillo con harina de mandioca, pequeñas tortillas que rellenaba de carne seca, había algo que me parecía como arroz con leche, pero no era arroz ni las bolitas de tapioca pero lo cocía al vapor, no puedo recordar los nombres, sólo recuerdo los sabores y las formas en cómo nos lo daba. Ya llegué a la altura que mi paladar sobrepasa a mi olvidadiza memoria.

Bueno, resulta que el famoso chef brasileño, Rodrigo Oliveira, en su generosa bienvenida se puso a hacerme tapioca. Sacó del refrigerador la harina y con un colador la roció sobre un sartén. Lo increíble de esta harina fue que se fue extendiendo como si se fundiera con el calor hasta hacerse una tortilla.
Luego que se despegaba de un lado la volteó y la rellenó con queso Oaxaca, (que le pareció a él tan asombroso como a mí la tortilla de tapioca que me preparó) su sabor y textura eran muy especiales, se sentía crujiente y porosa, la masa era sutilmente ácida y salada, en pocas palabras me encantó.
Y más si les dijera que el chef era guapísimo, válgame y yo tan tímida, ja. No, pues esto no sucede todos los días, que me reciba un joven chef y me preparé sólo a mí tapioca y que además me diga como la cocine aquí en México. Pero resultó que he estado practicando con la harina de mandioca en mi cocina y es la fecha que todavía no encuentro el punto exacto para hacer unas perfectas tortillas de tapioca. La casa se impregna de un olor muy ácido y la estufa termina toda pringada de harina por todos lados y yo con una decepción enorme porque no logro hacerlas perfectas.


De sabor son ricas pero de textura y cocimiento nada que ver.

Además me he puesto a buscar en Internet diversas formas que expliquen cómo hacerla pero no es lo mismo enfrentarme directamente a la harina y al fuego. Encontré muchos videos, algunos más chistosos que otros, algunos más elocuentes y precisos, se ven fácil para desarrollar y hacerse una experta en tapiocas, pero ya en la práctica resulté mala para esto, necesito otra explicación para que me salgan perfectas. Otra visita de Rodrigo, ¿por qué no?
Además encontré este magnifico blog de Neide y ella explica de mejor modo todo sobre la mandioca.
Y estos videos de you tube, hay otros más divertidos por si quieren buscar.


Post scriptum: Y todavía falta que haga el Sorbete de Rapadura, ya se me estaba olvidando, es un helado con piloncillo y melaza, mmmmmh... esta historia continuará...

lunes, marzo 09, 2009

Golosas y gozosas figuras retóricas

Comer, morder, lamer, chupar, besar y mamar son verbos que van unidos en una semejanza sensorial, con nuestra lengua, con la boca y con el olfato. Quien es un apasionado comelón también lo es como amante, pero ojo, esto no es una regla escrita. Lo menciono porque quien se apasiona y disfruta la comida también se entusiasma y busca tener mejor sexo. Claro que para gozar de un buen encuentro ensabanáble no es recomendable hacerlo después de comer un gran platón de pozole.

Las analogías entre sexo y comida son muchísimas, sólo se agotan de acuerdo a la capacidad de ingenio y rapidez mental de cada uno de nosotros. Un lenguaje del sexo en la comida es deliciosamente trasgresor y vital en cualquier idioma del mundo. Cuántas papayas buscan sus camotes, sus plátanos, sus zanahorias. Longanizas, salchichas, salchichones, pepinos, huevos y chiles resultan ser alimentos sonrojantes al pedir en un mercado por su carga de doble sentido. Comidas tan comunes pueden tener un significado que va más allá al decir: pollito con papas. Que decir de alimentos como las almejas, ostras y demás moluscos marinos que ya de por sí son un opulento homenaje erótico con todos esos pliegues, carnosidades y humedad salada que las habitan. Están también los aguacates cuyo significado en nahuatl es testículo; o los higos, tan generosos en semillas y similares a ese par tan querido.

El filósofo francés Gaston Bachelard tuvo la audacia de decir que cuando uno es feliz el mundo se vuelve comestible, yo por eso tengo un apetito goloso y más con aquellos que se relacionan con los dulces: como el pirulí, bombón, bizcochos, chocolatito, pastelito.

El despliegue imaginativo se incrementa y sube de intensidad cuando se trata de hacer cosas más elaboradas con los ingredientes, algo así como: vamos a ensartar la brocheta, bajar a tomar agua o bajar por los refrescos, mojar el biscocho, lamer la cazuela, echarse un caldo, mamey con leche. ¡Puuf!, perdonen. ¿Ya les dio hambre? Si se trata de refranes abundan las referencias con el pan : ¿A quién le dan pan que llore?, No solo de pan vive el hombre, Contigo pan y cebolla, o aquél que tiene interpretaciones en contra de los monógamos: Mojar el pan siempre en el mismo puchero.

Sea como sea uno no puede dejar de sonreír y más cuando alguien nos dice: TE VOY A DEVORAR, TE VOY A COMER, TE VOY A SACAR TODO EL JUGO. TENGO GANAS DE UN CHOCOLATITO BIEN CALIENTE.


miércoles, marzo 04, 2009

Gracias por estos años

Mi blog cumple años. Apenas tres, son muy pocos en realidad. Pero quién mantiene con regularidad un sitio por el simple gusto sabe muy bien que no esta de más recordar el suceso. Además que tener este lugar me ha dejado en la mayoría de los casos y más con este blog UN BUEN SABOR DE BOCA. No pretendo otra cosa que manifestar mi amor por la comida y demostrar que el principal medio de comunicación entre los mexicanos es la comida. Y si no me creen pues pregúntenle al cabizbajo ex secretario de Comunicaciones y Transportes Luis Tellez.

Cada año hago un recuento de la cantidad de entradas que tiene el blog. Este año estuve más calladita con respecto al primero y al segundo. No sé, a veces es difícil seguir escribiendo sobre esta tónica que he tratado de mantener, las ideas se acaban, el asombro y la inspiración no llega y luego no hay manera de compartir algo interesante. Pero en fin, son tres años con 390 entradas. He conocido a mucha gente valiosísima por medio de esta ventana y espero tener el suficiente entusiasmo para seguir escribiendo.


Agradezco una vez más a todos los conocidos y desconocidos que se acercan a este fogón virtual y pasan a comerse una tlayuda conmigo, una rebanada de rosca de reyes, comprarme un libro sin conocerme o simplemente a compartir sus experiencias y gustos en total libertad.



martes, marzo 03, 2009

Meditaciones de autoayuda en la sazón o lo que es lo mismo: la sazón es tan escurridiza como un pez

Hay personas que desarrollan cualidades, algo en lo que son hábiles y talentosas. Por ejemplo algunas se les da el deporte, otras son buenas para hablar en público, habrá alguna que sea talentosa para los negocios o pude estar la tía o la amiga que saben hacer unas lindas prendas tejidas. Siempre he considerado que hay talentos en los seres humanos, lo difícil es reconocerlo con humildad.

Dice una canción de Joaquín Sabina:
MI PRIMERA MUJER ERA UNA ARPIA, PERO MUCHACHO, EL PUNTO DEL GAZPACHO, ¡JODERRRR! SI LO TENIA.

Más que cómica, esta declaración me parece una forma de sinceridad absoluta para darle reconocimiento a alguien, no la esta recordando como una buena mujer, pero sí considera que tiene algo muy valioso por encima de su esperpéntica actitud. Cuando alguien que no es de nuestra simpatía, ni está en nuestro jardín de afectos entrañables pero admitimos que es virtuosa en su sazón, es porque estamos haciendo la descripción más franca sobre su persona.

Cuando recordamos los guisos de la abuela, de la mamá o la tía, siempre los rodeamos en una atmósfera de sublimación, de cariño fraterno, de intimidad. Nos regodeamos en la añoranza de los sabores, no sé, hasta puede ser un momento alegre y mágico que se dio antes y desencadenó ese gusto al paladar, que posiblemente en otro momento no lo recordamos tanto. Es tan subjetiva la sazón.

¿Qué pasa cuando en casa queremos atrapar y reproducir ese momento?

Primero: Le pedimos al autor del platillo de ensoñación su receta.

Segundo: Nuestras inexpertas manos la realizan tal cual.

Tercero: La ignominia se implanta en nuestras vidas. ¿Qué pasó aquí? ¿Nos la cambiaron? ¿Faltó algún ingrediente? Lo más fácil para todos será recurrir al famoso lugar común, que de tan común se vuelve un pretexto cómodo para admitir: "Es que me faltó la sazón de Zutanita".

Mentira.

Analizar el suceso se vuelve como desentrañar una escena del crimen. O bien lo que falta es despojarnos de esos recuerdos sublimados en nuestro paladar y asumirnos como los verdaderos artífices de nuestra propia interpretación. Algo así como aventarse a cantar un tango con estilo propio, aunque tal vez con resultados dramáticos. Porque si no logramos reproducir esa cochinita pibil que hacía la abuela será porque permanecemos anclados a una evocación gustativa que nos impide reconocer el guiso que realizamos. O porque la famosa receta no está completa. ¡Ah, si sabré yo de esas verdaderas arpías egoístas que se guardan el ingrediente secreto! Te dicen todos los detalles, tiempo de cocción, técnica, ingredientes, pero les falta algo.


Pero no se queden ahí, despotricando una y mil veces sobre el misterioso componente que nos vendrá a redimir y hacernos brillar como el mejor cocinero o cocinera, uno mismo tiene que romper ese círculo en el que nos cerramos.

¿Cuántos entusiastas neófitos de la cocina se ven frustrados y deciden a boca jarro que la cocina ya no es para ellos, después de fracasos continuos en la cocina?
¿Quiénes son los que saben reconocer quién tiene sazón y quién no?
¿Nuestro paladar enamorado de la sazón del otro? Claro, siempre crece mejor el pasto en casa del vecino.

Vamos, si no se atreven a preparar unas albóndigas cómo carambas van a descubrir que tienen buena sazón. El oficio se encuentra practicándolo, no hay de otra.

Claro que también es bien cómodo ir a casa de Zutanita y que nos haga de comer, pero...luego no lloren porque se murió y nadie sabía hacer lo que ella. Mejor cocinen, cocinen y algo bueno saldrá.