Uno hace lo posible por mantener el cuerpo en buen estado y en caso de tener padecimientos, atenderlos, pero cuando se trata de las hormonas la convivencia se vuelve una guerra en el menos metafórico de los sentidos. Así ha sido esto desde hace más de un mes. Quisiera sentir que todo esto va mejorando, que los años no están aquí para recordarme que voy cerrando un círculo. Cómo me gustaría poder aplicarme a mí misma un programa antivirus de la misma manera que lo hago con mi computadora y borrar los spywares, detectar las vulnerabilidades y combatir las amenazas. Quedaría perfecta, reluciente, como pasada en limpio, lista para aguantar lo que venga.
En el libro que estoy leyendo de Anatomía de la melancolía de Robert Burton una obra escrita en 1621, se adelanta a los romanticos creadores del spleen y analiza un museo de ejemplos melancólicos: “a la melancolía producto de la bilis negra, la rige Saturno, y puede ser causada por un sinnúmero de motivos, desde un equivocado temor de Dios a un apasionado enamoramiento de la carne, pasando por los hechizos, encantamientos, la posición de las estrellas, la naturaleza de nuestros padres, una dieta inapropiada, la soledad, la indolencia, la falta o el exceso de sueño, la imaginación demasiado viva, la vergüenza, la envidia, el odio, la lujuria, el gusto por el juego, el exceso de estudio, el amor propio, la vanidad, la calumnia, la burla, la esclavitud, las prisiones, la pobreza, la muerte de un amigo, la deformación del cuerpo…”
Leyendo esto concluyo que mi melancolía es polifacética, polimórfica, policroma, policía venga por favor y llévesela, arréstela y no la deje acercarse a menos de 6 kilómetros de distancia.
Cada tipo distinto de mis melancolías pueden ser analizadas en el desvelo de muchos años. Pero enfocándome en particular por aquella melancolía causada por dieta inapropiada podría decir que me domina una dieta bastante alta en alimentos tamásicos. (¿Qué que es eso? Píquenle aquí si quieren más información, si se trauman y azotan será bajo su propio riesgo)
La naturaleza de alguien que ha nacido en plena temporada de lluvias, atrae el gusto por alimentos que crecen en esta época. En este caso para mí son los hongos, un alimento tamásico que se declara inocente por ser un vegetal, sin embargo por crecer de noche no se admite con los alimentos sátvicos y le hacen boicot. Definitivamente malos según mi dosha Pitta (complexión en el ayurveda). Los hongos crecen y viven irremediablemente con la misma fuerza e intensidad como yo lo hago, encuentran el clima y los elementos adecuados y órale, a brotar aunque después no sean aceptados por las exigencias puristas.
Los hongos nacen en silencio como bien lo dice aquí Marosa di Giorgio. Los hongos silvestres nacen julio para alimentarme, yo nunca lograré con empeño una dieta ayurvédica, reconozco mis debilidades, mi irresponsabilidad sibarita me vence. Seguiré combatiendo por otros medios a mis veleidosas hormonas.
Hongos tecomates o yemas, un poco de mantequilla, ajo, sal y unas ramas de epazote. Así de sencillos son los mejores manjares.