"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

martes, septiembre 29, 2009

Caliente de guayaba

La vida es buena. Tengo una semana que me quemé la lengua y todavía está insensible. Pudo haber sido peor, sin embargo sólo tengo destruida toda sensación en ella. Parece como si la hubiera “calado” con ácido nítrico, como se hace con el oro para saber si es auténtico y luego la hubiera dejado remojando en mezcal por meses. He perdido todo gusto, me preocupa porque no percibo la cantidad que sal que estoy consumiendo. Hace unos días me llamaron la atención por un pescado que salé excesivamente. Yo lo engullí como si estuviera comiendo malvaviscos, no noté nada, incluso le puse chilitos habaneros también salados. O sea que la volví a quemar por segunda vez con harta sal y chile. No le agarro el sabor a nada. El domingo me invitaron a desayunar y de verdad que no distinguí diferencia alguna entre el panquecito de elote y las crepas de huitlacoche. Estoy alimentándome de cosas que en otras ocasiones bien podría haberlas despreciado. Ah, no, pero nunca le entraría al pollo, de ese sí que no. Estaré pasando por un periodo de atrofia del gusto, pero el olfato afortunadamente me sigue sirviendo y su aroma detestable me invita a darle la vuelta.

A veces se me antoja remojar mi lenguita en agua de pepinos con mucho hielo y dejarla ahí por horas hasta que se recupere. O a lo mejor y si la embadurno con miel sirva como bálsamo para recuperar su buen gusto y deje de comer a lo loco y tan a ciegas como ando en estos días.

Dicen que la lengua percibe los sabores por zonas: en la punta, es el dulce, en los lados es el ácido, en toda la superficie es el salado, y por último, hasta atrás está el amargo. Pero no existe un sensor para que evite que te pasen casos como este que me aqueja. Parecerá tonto pero nunca se sabe con certeza cuándo algo está demasiado caliente.

¿Qué con que me quemé la lengua? Con esto de las tardes mezcaleras y acurrucadoras, de esas cuando el cielo se oscurece a plena luz del día, el ánimo se llena de nostalgia como el morado intenso de las nubes y uno quiere acompañarse además del ser amado con algo que caliente el cuerpo, pues que me preparo un “caliente de guayaba”. Sí, no fue caliente, fue ardiente de guayaba y no sé que me pasó pero me quemé horriblemente y es la hora que no se compone mi pobre lengua.


Caliente de guayaba

1 kilo de guayabas
Azúcar al gusto
1 ½ litros de agua
Todo esto se mete en la licuadora hasta quedar un atole espeso y se pone a calentar. Se cuida que no suba al hervir y se mueve de repente para que no se pegue en la olla. Si está demasiado espeso se agrega un poco de agua. A mí me gusta así y con guayabas que estén muy maduras. Es muy delicioso y reconfortante, de verdad calienta el cuerpo, pero no se descuiden y se den una quemada tan grave como la mía.
Esta receta me la dió mi sobrina querida, a ella se la daban cuando estaba en la escuela en Perote, Veracruz y vaya que ahí los inviernos son severos.

lunes, septiembre 21, 2009

Es que eso no me gusta

Todos tenemos algún platillo favorito pero, ¿qué pasa con aquella comida que despreciamos y rechazamos al primer ofrecimiento? Ese alimento repugnante que con sólo mencionarlo nos remite a una situación desagradable. Tenemos que reconocer que en esos malos recuerdos casi siempre está detrás nuestra querida progenitora.

Claro, se acuerdan de: “Qué no ves que lo hago por tu propio bien” “Ándale chiquito, vas a ver que si te comes el hígado te vas a poner bien fuertote”. “No te levantas de la mesa hasta que no te acabes las calabazas”. “Si quieres estar fuerte como Popeye cómete las espinacas”

Nuestra madre, la que nunca imaginamos que nos haría algún mal en nuestras vidas resulta que es la bruja que nos trauma con su terrible insistencia a comer algo que por múltiples razones no nos gusta. La hora de la comida se convierte en el momento de la angustia y el caos. Para las madres angustiadas y para los chamacos remilgosos.

Las madres se desesperan porque no encuentran la receta mágica que logrará que los niños se coman todo lo que les sirven. Del éxito o fracaso de esta misión se derivan muchas formas sociales y emocionales de relacionarse en el futuro con la comida. Que me lo digan a mí, con una madre que me atascó de mango hasta por las orejas. Una fruta tan sabrosa para mucha gente y a mí me hizo despreciarla.

Es importante la actitud que se tenga ante la comida, sin gritos, amenazas, ni premios, es difícil pero no imposible. Finalmente hasta donde tenemos noticias, ningún niño se ha muerto porque no se acabó su repulsivo alimento. Lo preocupante en este asunto de platillos detestables, niños renuentes y mamás obsesivas, es que en el futuro repetimos los esquemas de lo que nos hicieron y hacemos lo mismo con nuestros hijos. ¿Verdad Mariana? Tendremos la misión de romper este patrón y transmitir otra forma de diálogo con la comida.

sábado, septiembre 12, 2009

De esto no hay en Canadá


Nutrida en el alma, así me siento en tu casa, además de nutrida en el cuerpo, eso dijo Elisabeth, mi amiga alemana, cuando terminó de comer el platillo que le preparé. Fueron unas palabras amables y de fina sensibilidad, aunque yo por mi parte me sentí aun más complacida cuando pacientemente escuchó el sentir que traigo dentro y remató: De esto no hay en Canadá. (Chiste local, localísimo de esta casa, lo siento, no más explicación).

Finalmente si hice chiles en nogada. Lo mío no son las cinturas entecas, a lo mejor algún día lo logre pero por ahora no es mi ideal. Además, no podía dejar pasar esos duraznos zacatecanos tan dulces y amarillos, son especiales para rellenarlos y luego están esas manzanas mexicanas tan jugosas, nada de esas gringadas de manzana gala o Washington que artificiosamente hay todo el año. Ya comenté que si quieren la receta completa de los chiles que yo preparo, Nora, desde Tampico la publicó aquí. Hay que hacerlos, se acaba la fruta y las nueces de castilla.

Por eso los hice, porque tenía visitas y porque Elisabeth venía cargando desde lejos un regalo muy pesado y muy valioso para mí. Ana, mi amiga-hermana-amazona desde Valencia, desde la tierra de la paella, la fideúa y las naranjas, me envió un regalo. Yo antes le había mandado mi libro y ella no quiso ser menos y me obsequió este librototote. Curiosamente este par de gringos, Mario Batali y Gwyneth Paltrow tienen sus vínculos entrañables con España, el libro viene cargado de anécdotas de viaje, fotografías, descripciones de la comida y los restaurantes más representativos de todas las regiones de España. Seducida y convencida estoy de conocer ese país, lo que falta es el impulsor principal para que me lance en su búsqueda, eso que ni que, gracias Ana.


miércoles, septiembre 09, 2009

Mexicanos al grito de crisis

Estos días se me antoja comer pozole del que hace la mamá de mi amiga Yasmín. Luego un chile en nogada, pero como los que yo hago rellenos sólo con fruta y sin esas nogadas dulces que saben a gúacala. Para que después vengan unas flautas de barbacoa con salsa de guacamole bien picoso y como tapón, unas quesadillas de papa con salsa verde. De postre un buñuelo bien mojadito en caldo de piloncillo, canela y guayaba. ¿Es mucho lo que pido?

Sin embargo tal parece que tengo que ponerme al día con el significado de unas cartas del tarot y leer y leer y leer. Dado lo cual no prepararé nada y no tendré tiempo para meditaciones trascendentes mientras pico la cebolla y la fruta que sirve como relleno para un chile en nogada. No tendré un montón de platos para lavar, ni se me ocurrirá nada interesante que escribir, salvo que haya algunos acontecimientos como el de hoy en el cuál se asegura que Hoy es el día de la Bestia, al revés. Hace tiempo yo hablé de mis experiencias en el 6 del 6 del 2006, ahora este predicador con latas de jumex me lo recordó. Qué risa.
Foto tomada de la
Chilangelina sin su permiso

Mi mente la tengo ocupada, además del tarot en pensar cómo será ahora el desglose del nuevo impuesto. Pienso mucho en mi contador, ¿en donde habrá quedado el señor Bueno? Era tan lindo y bien astuto, me aceptaba que le pagara en especie, nunca me recibió dinero. Venía a la casa y si había un pan en el horno se lo llevaba. ¿Qué sí quiere pan de nata? ¿Una tarta de limón? ¿Le gusta el pan de ajo?, seguro y le encantará, pruébelo. Nunca tuve problemas con Hacienda mientras el señor Bueno estaba a cargo. Quiero un contador así otra vez. ¿Es mucho pedir?

Espero que ustedes tengan algo mejor para llevarse a la boca que mis puros antojos y sobre todo espero que tengan ánimo de celebrar en estas fechas patrias. Pónganse gordos, mientras, yo ya vi mi cintura así. ¿Es mucho soñar?

sábado, septiembre 05, 2009

La torre


Lo que se decidió por voluntad propia ha comenzado

la comodidad no alimenta

el rayo brota y lo evidente se tiene que enfrentar


O nos movemos o el manotazo asestado nos paralizará

el cambio se come con dosis de incertidumbre

la luz se sostiene en alto y alumbra la distancia más lejana

otro camino comienza y ahí vamos