"Porque es nuestro existir, porque es nuestro vivir, porque él camina, porque él se mueve, porque él se alegra, porque él ríe, porque él vive: el Alimento"



Códice Florentino, lib,VI, cap.XVII

viernes, abril 25, 2014

Ensenada, cómo me gustas

Ah, pues nada, que de repente me enfermo, me deprimo, me voy de vacaciones, luego regreso con tanto trabajo pendiente que ni tiempo de sentarme y reflexionar sobre lo vivido; después tomo un curso y es entonces que pienso sobre un cambio bastante drástico en mi vida: últimamente estoy pensando en volverme crudivegana. Se lo platico a Gonzalo y lo primero que me pregunta es que sí duele. Le contesto que sí, que duele un montón, sobre todo dejar los dulces, los pastelitos, los panes y todas esas cosas que se cocinan a más de 60° centígrados. Así que entonces, con toda la intensión para publicar una entrada de un viaje epicúreo, llega una vocesita interior y me reprime, me encausa a llevar una vida más austera y que mira ya no, ya no comas eso, es más, ya ni publiques en tu blog y, así, a puro jaloneo de conciencia y contradicciones, el tiempo pasa y ni publico y ni me hago totalmente crudivegana. Ay sí, qué horror.

Es que disfruto comer, aventurarme a los sabores nuevos y a otros bien conocidos y probados. Es por eso que repetimos el viaje a nuestro lugar favorito: Ensenada. Hacía casi seis años que la visitamos y cada vez me gusta más. Es un viaje para deleitarnos con todos esos placeres marinos que tanto nos gustan. Aquí está el testimonio de ese viaje anterior. Aunque algunas cosas buenas cambiaron para empeorar y otras se han mejorado, es la ley de los negocios de comida.

El clima estuvo bastante fresco; yo imaginaba que iba a estar tan caluroso como Cuernavaca, no iba preparada para el frío; la gente andaba de botas, zapato cerrado y chamarras. Solamente un indigente y yo éramos los únicos locos que andábamos en el Valle de Guadalupe de huarachitos. Al menos fue un buen descanso de los días extremadamente calurosos que estábamos teniendo aquí.

1. Lo primero fue ir a desayunar los famosos tacos de chicharrón de pescado de Marco Antonio. El señor es famoso por ellos y por su caguatún (caldo de atún cocinado como antiguamente se hacía con la tortuga caguama).  Sus tacos de chicharrón de pescado son una delicia, no tengo ni idea cómo hagan estos tacos. Su sabor crocante en la boca es delicioso, lo aderezan con una crema de chipotle, pero creo que saben mejor sin ella, simplemente con cebollitas y chiles.

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¿Cómo hacen este chicharrón de pescado?

 

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Machaca de atún, con cebollitas y chiles habaneros

 

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Adobada de atún

 

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Una orden chica de caguatún

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Su menú es sencillo pero muy variado, todo se acompaña con un surtido de salsas, aderezos con verduras picaditas y en vinagre, y hasta vino tinto para aliñar el caguatún. Es un lugar donde come la gente que vive ahí, no se acerca tanto turista y hay que llegar temprano porque a las tres de la tarde cierran. Se especializan en guisados con distintos tipos de pescado y mariscos. Son guisados que a los que vivimos en el altiplano nos parece de gran riqueza en sus distintas formas de cocinarlo. Al menos, qué diera yo porque aquí en Cuernavaca encontrara un lugar digno para ir a comer un buen pescado.

Marco Antonio Bernaldez,  es un hombre con mucha experiencia, su historia comenzó cuando en los años 60´s su papá enlataba abulón, caguama, atún ahumado, pozole, menudo y tendones de res. Era un negocio competitivo en esa época. Después vino la prohibición de capturar caguamas y la producción cambió de giro. Se tenía que guisar el atún en forma similar, fue entonces que le pusieron: caguatún.

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Así estaban, cuando llegó el famoso Tratado de Libre Comercio con América del Norte, (TLC), que vino a mermar a éste y otros tantos pequeños negocios en nuestro país. Las empresas trasnacionales se comieron el mercado mexicano en una proporción desventajosa. Además de todos los pretextos que pusieron a los pesqueros mexicanos de atún para no entrar a su mercado. Marco Antonio tuvo que sobrevivir entonces con la venta de guisados de pescado y es así como todavía continúa con nuevos proyectos para desarrollar en breve. Incluso nos abrió la puerta de su antigua empresa que tenía en el fondo de su casa; sólo recuerdos quedan en esos instrumentos que antiguamente alimentaron los sueños y el destino de dos generaciones.

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Una visita al antiguo negocio. La lavadora de abulón, el esterilizador, los hornos ahumadores de pescado y la máquina para enlatar.

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Ahí dejamos a Marco Antonio, con su envidiable árbol de higuera al fondo y atentos a la invitación de regresar pronto.

2. Han abierto algunos bares en Ensenada en donde puedes hacer la cata de varios vinos de la región, Desafortunadamente esos vinos no son accesibles en el mercado mexicano. Uno va a supermercado y la lista de vinos de Baja California se reduce a sólo dos casas vitivinícolas. Por fortuna, para nosotros, encontramos un lugarcito cómodo y accesible: Km101.

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Ofrecen una cata de seis vinos de la región de Valle de Guadalupe por sólo $150.00. Sus empleados son atentos y verdaderamente conocen su oficio. De entrada te preguntan sobre cuáles son las características y virtudes que te gustan de un vino; de ahí ellos se aproximan a lo que es posible que te pueda gustar. Alex, el hombre que nos atendió, en base a lo que nos preguntó, nos hizo recomendaciones muy buenas y nos quedamos con un vino encantador, con un cuerpo y sabor que superó nuestras expectativas. Me acabo de enterar que acaba de ganar una medalla internacional. Tenemos buen gusto.

3. Además al lado del negocio de vinos está un restaurante de comida peruana, pero, una disculpa al chef, no recuerdo el nombre. Pero no hay pierde sobre el Boulevard Lázaro Cárdenas, está al lado de Km101. Sus cebiches son buenísimos. Nosotros regresamos dos veces al lugar.

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4. Uno de los lugares que está muy descuidado, es La Bufadora. La gente mal educada es muy sucia y los vendedores que están a todo lo largo del lugar contribuyen a que se haga más basura. Con sus vacitos de prueba para mezcal y demás chácharas para comer, los turistas fodongos tiran la basura a las jardineras y de ahí va a dar al mar. Da tristeza. Y ni que decir de la inmensa mayoría de artículos chinos que invaden el mercado nacional. Puras chinaderas. Nosotros la verdad, sólo fuimos a comernos un churro. El camino para llegar a La Bufadora es agradable y uno pasa por los campos de cultivo de Maniadero,  donde abunda la siembra de espárragos, que se exportan en su mayoría. Me sorprende lo baratos que cuestan por allá.   IMG_0243

Espárragos a 10 pesos el manojo

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                                  Las gaviotas también quieren su churro

5. Si uno va a Ensenada no debe dejar de ir al Valle de Guadalupe. Llegar temprano y parar a desayunar en El Correcaminos. Igual que la vez anterior pedimos un altísimo pay de manzana. Entre capa y capa le ponen queso. Sinceramente yo retiré el queso, me gustaría más si sólo fuera de pura manzana. Su calidad ha menguado, y la carta de desayuno nada interesante.

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La casas vitivinícolas están desperdigadas por toda la región, algunas están más alejadas que otras y lo conveniente es alquilar un carro para llegar. Muchas de estas no tienen visitas guiadas, tiene que ser por cita. La casa con mayor disponibilidad para hacerlas es La Cetto. También te da una cata de sus vinos. Tiene unos jardines muy bien cuidados, pero su vino no es de mis favoritos.

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Se requiere una labor de investigador para ir conociendo las tiendas, las vitivinícolas y los restaurantes para conocer a profundidad toda la variedad de ofertas que ofrece el Valle de Guadalupe.

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En Finca Altozano, el lugar tiene una vista hermosa, su mobiliario me encantó y su comida tiene una carta con productos de la región, excelente.

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Este era un pulpo a las brazas con cacahuate el cuál devoré con ansiedad.

6. Volviendo a Ensenada, tenía que ir al famoso Mercado Negro de Ensenada. Hace más de 40 años lo conocí al pie de la playa. Siempre me gusta visitarlo. Esta vez sí probé la famosa almeja generosa que me llamó la atención desde la visita anterior y que tanta conmoción causa por su aspecto. Lo interesante de ir al Mercado Negro es que tienes la oportunidad de escoger el mejor pescado a tu gusto y te lo pueden guisar en alguno de los muchos locales que se encuentran ahí mismo. Yo compré mi almeja, chiquita porque Gonzalo no quería y me la prepararon en “El Tacomiendo”, Rigo fue el encargado de cocerla y la señora Navidad de hacérmela como la comen los japoneses que llegan por ahí. 

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Ahi está: Almeja generosa o chiluda

6. Es común que en las esquinas del centro se encuentren distribuidos carritos ambulantes de mariscos con diferente variedad de cocteles. Algunos más ricos que otros y más famosos- Yo visité tres esta vez. El más famoso es el carrito de la señora Sabina, “La guerrerense”, ahora mi dijo paisana porque vivo en Cuernavaca (sic), su negocio ha ganado fama y bien merecida. Sus guisados de erizo es una delicadeza exquisita, además de uno de caracol, (ya quiero volver por uno). Además ahora ha añadido una cantidad de salsas caseras y chilitos que prepara y vende para llevar, las cuales que aderezan singularmente cada taquito o coctel de mariscos. Un lugar único que no se puede perder. Están en la calle de Alvarado con López Mateos.

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Doña Sabina ha ganado premios internacionales de comida callejera con su singular y mágico sazón.

Ya para despedirme sólo quiero añadir que mi visita a Ensenada siempre ha sido encantadora y siempre tengo deseos de volver, aunque esté tan lejos. Incluso esta vez tuvimos la fortuna de conocer bien a bien Tijuana, lugar lleno de mitos los cuales se han ido diluyendo por fortuna. Nuestro viaje ahí fue muy enriquecedor y nos divertimos mucho. Vale la pena adentrarse por sus barrios, playas, pasajes y calles. Tengo que agradecer a mi amigo Xerófilo sus recomendaciones y mapas que me hizo llegar. Siempre he recibido su generosidad. Gracias Xerófilo, espero pronto hacer un viaje por toda la península. Abur.